miércoles, 11 de marzo de 2009
lunes, 9 de marzo de 2009
EDITORIAL Nº 1
Si la educación no sirve para formar niños más felices, entonces sería necesario revalorar la importancia que se da socialmente a esta actividad.
Por supuesto que la afirmación anterior suena temeraria cuando en la plática informal, los noticiarios y la prensa, continuamente surgen palabras como productividad, desempleo o crisis, que son capaces de despertar inquietud en nosotros o la franca angustia al pensar en el futuro que le tocará vivir a hijos e hijas. Una preocupación legítima que hace fácil otorgarle a los aprendizajes de la infancia un carácter utilitario, dejando de lado el carácter formativo integral que realmente debe tener para el logro de individuos plenos, satisfechos y capaces de disfrutar las mejores cosas que da la vida.
Atiborrar los pequeños cerebros con mera información parecería, más bien, el burdo argumento de una mala película de ciencia ficción. ¿Tanta dedicación, esfuerzo, tiempo y cariño dedicados para lograr sólo eso?
Es muy probable que en más de una ocasión hayamos imaginado cómo queremos ver a ese pequeño o a esa pequeña al cabo de unos años. Seguro que en tal ejercicio imaginativo lo que desearíamos encontrar es a hombres y mujeres capaces de colaborar con los demás y trabajar en equipo; seres solidarios y respetuosos que piensan en sus propias personas y también en las demás; gente que aprende día con día, pero con la aptitud para tomar decisiones certeras acerca de los derroteros que seguirán. Dotar a pequeñas y pequeños de las herramientas necesarias para emprender con éxito esa aventura de que se trata la vida, es tarea de la educación.
Participar en ello es el principal propósito del equipo que hace Kindergarten y por tal motivo, entre sus artículos, trata el llevado y traído tema de las competencias en el nuevo enfoque educativo. Sin ninguna relación con justas deportivas o rivalidades entre contrincantes, se trata de las habilidades y destrezas a desarrollar para el logro de más y mejores aprendizajes. Capacidades que son el sólido cimiento para un proceso que apenas comienza en los primeros años pero que, si como padres conseguimos el objetivo, continuará y enriquecerá a nuestros hijos e hijas por siempre.
Cuando tenemos claro que no podremos resolverles todo y todo el tiempo, puesto que al crecer serán seres independientes, es momento de reflexionar sobre lo que realmente esperamos de la educación que estamos ofreciéndoles. Demos las herramientas... hijas e hijos harán lo suyo.
Por supuesto que la afirmación anterior suena temeraria cuando en la plática informal, los noticiarios y la prensa, continuamente surgen palabras como productividad, desempleo o crisis, que son capaces de despertar inquietud en nosotros o la franca angustia al pensar en el futuro que le tocará vivir a hijos e hijas. Una preocupación legítima que hace fácil otorgarle a los aprendizajes de la infancia un carácter utilitario, dejando de lado el carácter formativo integral que realmente debe tener para el logro de individuos plenos, satisfechos y capaces de disfrutar las mejores cosas que da la vida.
Atiborrar los pequeños cerebros con mera información parecería, más bien, el burdo argumento de una mala película de ciencia ficción. ¿Tanta dedicación, esfuerzo, tiempo y cariño dedicados para lograr sólo eso?
Es muy probable que en más de una ocasión hayamos imaginado cómo queremos ver a ese pequeño o a esa pequeña al cabo de unos años. Seguro que en tal ejercicio imaginativo lo que desearíamos encontrar es a hombres y mujeres capaces de colaborar con los demás y trabajar en equipo; seres solidarios y respetuosos que piensan en sus propias personas y también en las demás; gente que aprende día con día, pero con la aptitud para tomar decisiones certeras acerca de los derroteros que seguirán. Dotar a pequeñas y pequeños de las herramientas necesarias para emprender con éxito esa aventura de que se trata la vida, es tarea de la educación.
Participar en ello es el principal propósito del equipo que hace Kindergarten y por tal motivo, entre sus artículos, trata el llevado y traído tema de las competencias en el nuevo enfoque educativo. Sin ninguna relación con justas deportivas o rivalidades entre contrincantes, se trata de las habilidades y destrezas a desarrollar para el logro de más y mejores aprendizajes. Capacidades que son el sólido cimiento para un proceso que apenas comienza en los primeros años pero que, si como padres conseguimos el objetivo, continuará y enriquecerá a nuestros hijos e hijas por siempre.
Cuando tenemos claro que no podremos resolverles todo y todo el tiempo, puesto que al crecer serán seres independientes, es momento de reflexionar sobre lo que realmente esperamos de la educación que estamos ofreciéndoles. Demos las herramientas... hijas e hijos harán lo suyo.
EDITORIAL Nº 0
Sabiéndolo o no —con independencia de la teoría psicopedagógica con la que nos sintamos más identificados— el aprender y el enseñar son las dos caras de una misma moneda. Un binomio indisoluble en el que el afecto siempre se juega.
Niños y niñas aprenden gracias a nuestros esfuerzos, pero también a pesar de nuestra indolencia o indeferencia. En todo caso, el punto medular consiste en valorar qué tan lejos o qué tan cerca se encuentra el resultado de ese que nosotros, los adultos, manteníamos como expectativa inicial.
Cierto, la pedagogía dicta algunas prescripciones que ayudan, pero muy lejos de que pudiésemos o quisiéramos esperar... no hay una infalible receta de aplicación en cualquier caso, situación e infante. Es por ello que la teoría va de la mano con la experiencia solidaria que comparte puntos de vista, sugerencias, nuevos enfoques y una que otra anécdota.
Aprendemos al enseñar y, por fortuna, enseñamos también cuando aprendemos. Rasgo distintivo de la especie humana que nos separa, aunque sea un poco, del resto de las especies animales que esencialmente dependen de su instinto para que las crías puedan lograr lo que deben para seguir sobre la superficie del planeta.
Tal es el propósito de la revista, invitar al lector para que sea copartícipe intencionado de un proceso que por fuerza tendrá lugar, pero en el que podemos participar que intencionalidad creativa, afectuosa, solidaria e inteligente, para que nuestras nuevas generaciones dependan menos de un azaroso resultado.
Por ello es que el juego como actividad de aprendizaje, el respeto a la libertad de niños y niñas, así como las innovaciones a la educación preescolar —para que este ciclo y las competencias que desarrolla se constituyan en el basamento para el resto de los niveles—, ocupan la parte medular de este número.
Niños y niñas aprenden gracias a nuestros esfuerzos, pero también a pesar de nuestra indolencia o indeferencia. En todo caso, el punto medular consiste en valorar qué tan lejos o qué tan cerca se encuentra el resultado de ese que nosotros, los adultos, manteníamos como expectativa inicial.
Cierto, la pedagogía dicta algunas prescripciones que ayudan, pero muy lejos de que pudiésemos o quisiéramos esperar... no hay una infalible receta de aplicación en cualquier caso, situación e infante. Es por ello que la teoría va de la mano con la experiencia solidaria que comparte puntos de vista, sugerencias, nuevos enfoques y una que otra anécdota.
Aprendemos al enseñar y, por fortuna, enseñamos también cuando aprendemos. Rasgo distintivo de la especie humana que nos separa, aunque sea un poco, del resto de las especies animales que esencialmente dependen de su instinto para que las crías puedan lograr lo que deben para seguir sobre la superficie del planeta.
Tal es el propósito de la revista, invitar al lector para que sea copartícipe intencionado de un proceso que por fuerza tendrá lugar, pero en el que podemos participar que intencionalidad creativa, afectuosa, solidaria e inteligente, para que nuestras nuevas generaciones dependan menos de un azaroso resultado.
Por ello es que el juego como actividad de aprendizaje, el respeto a la libertad de niños y niñas, así como las innovaciones a la educación preescolar —para que este ciclo y las competencias que desarrolla se constituyan en el basamento para el resto de los niveles—, ocupan la parte medular de este número.
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